Participación Ciudadana

domingo, 23 de junio de 2013

MELILLA. ¿CIUDAD EN DECADENCIA?



Esta es una opinión más que se quiere sumar a los silencios de cientos de melillenses que prefieren la cercanía de los bares y cafeterías cuando no el espacio doméstico o las redes sociales para hablar de las cosas que les preocupan, les molestan o detestan de la realidad socio política de Melilla.
Después de la lectura de un libro de reciente aparición titulado “El papel de la ciudadanía en el auge y decadencia de las ciudades”, surge una reflexión que quisiera compartir.






Este libro analiza, a partir de la toma en consideración de las estrategias de desarrollo de más de cien ciudades, que aquellas que efectivamente progresan, incluso en las condiciones más adversas, cuentan con un sector privado y, en especial, una ciudadanía activa y comprometida con su ciudad. En estas ciudades, que avanzan, se crea una configuración cultural en la ciudadanía caracterizada por: A) Fuerte sentimiento de pertenencia a la ciudad. B) Optimismo y confianza en que habrá prosperidad y el futuro será mejor que el presente. C) Consideran a la propia ciudadanía el principal protagonista de la ciudad y su futuro.
En el a,b,c que he mostrado, extrapolándolo a Melilla, no encuentro ninguna coincidencia con nuestra ciudad pues no hay ninguna señal que nos indique el liderazgo de Melilla en las tres  características mencionadas.





¿Es Melilla entonces una ciudad en decadencia? Si por ciudad en decadencia se entiende una ciudad que carece de un proyecto o una estrategia compartida entre los principales actores económicos y sociales sobre el futuro de Melilla; la mayoría de la ciudadanía es pesimista sobre las posibilidades de futuro; y lo más importante, no se considera la ciudadanía con un papel protagonista en el futuro de su ciudad, me temo que Melilla es una ciudad decadente y lo peor es que la ciudadanía que piensa y siente en clave de ciudad, lo sabe y no le queda más remedio que, al no existir cauces de participación ciudadana ni oportunidad de ejercer ese derecho a través de cualquier otro mecanismo al efecto, otorga el protagonismo a las administraciones públicas ya que, además, el sentimiento de desafección política es apabullante.
 
Si a ello añadimos un índice de paro disparado que alcanza los 12.000 desempleados y el índice de fracaso escolar y de pobreza más alto del territorio nacional, nos encontramos con un diagnóstico bastante preocupante. Utilizando un símil médico, tenemos a un enfermo en la UCI en fase casi terminal.



Melilla es una ciudad subsidiada. La imagen que se observa desde fuera es la de un gobierno que administra pero no gobierna, donde la sociedad civil está prácticamente excluida de la toma de decisiones, donde los agentes sociales, junto con la administración local, no cuentan ni con el espacio ni con el cauce donde desarrollar una labor a largo plazo que permita el diálogo y la toma de decisiones de futuro para nuestra ciudad,  donde para poder acceder a la información a veces es casi una misión imposible, donde se puede llegar a despilfarrar un millón de euros en el alquiler de unos locales que jamás sirvieron para su cometido.
Hace muchos años que las diferentes autonomías, incluida Ceuta, cambiaron la manera de gobernar sus ciudades. Se dieron cuenta que debía establecerse una nueva relación del gobierno local con la ciudadanía, lo que se denomina gobernanza democrática. La ciudadanía debe dejar de ser considerada como cliente de unos servicios para pasar a ser copartícipe en el devenir de la ciudad.

Los ayuntamientos, como el nuestro, que consideren que su papel es incidir en su ciudad a través de producir y gestionar servicios financiados con fondos públicos para unos ciudadanos-clientes entrarán en un gran declive. Además tenemos otro gran factor en contra y es que la ciudadanía melillense (en términos generales) tiene muy asumido su rol ciudadano-cliente y esto es un verdadero problema.



Tal y como recoge “El papel de la ciudadanía en el auge y decadencia de las ciudades”, gobernar en la actualidad exige reconocer que los ayuntamientos necesitan a los actores económicos y sociales y a los distintos sectores de la ciudadanía para hacer las cosas ya que no pueden, ni deben, hacerlas solos. Gobernar también exige articular los recursos públicos con los de los sectores empresariales y los del tercer sector no lucrativo. Por ello es necesario priorizar el gasto público de manera compartida y no impositiva. También exige crear un amplio espacio de encuentro y de participación entre el gobierno local y la ciudadanía para que ésta pueda corresponsabilizarse de manera activa en el “hacer ciudad”.
Los gobiernos locales que gestionan con éxito sus ciudades son aquellos que entienden y saben que la principal ventaja competitiva para el desarrollo económico y social de una ciudad es su capacidad de cooperar entre el sector público y privado, y de responsabilizar a la ciudadanía en el desarrollo de la ciudad.

Me pregunto cómo se logrará desarrollar económica y socialmente Melilla si no se tienen en cuenta todos estos elementos que son esenciales a la hora de hacer ciudad en base a una buena cimentación.

¿Querrán nuestros políticos seguir gobernando desde el gerencialismo público? (esto es cuando la administración imita a la empresa mercantil y sitúa al ciudadano en el papel pasivo de cliente o usuario) ¿Quiere la ciudadanía melillense seguir ejerciendo el rol ciudadano-cliente?
¿Estará dispuesta la clase política y la ciudadanía melillense a poner proa al cambio? ¿Hablamos de futuro?



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