Participación Ciudadana

domingo, 21 de abril de 2013

A ESA FORMA DE PROCEDER LA DENOMINO PATERNALISTA


Sin ánimo de ofender siempre. Pero se hace evidente. Son muchas decisiones, posturas e iniciativas que tienen que ver con la ciudad y su ciudadanía. La última, el nuevo contrato marítimo. Presentado, desde mi punto de vista, públicamente en un lugar equivocado, con una serie de mejoras y de nuevos horarios que los que lo presentan consideran muy beneficiosos para el conjunto de los melillenses...

Pero ¿A quién le han preguntado?




Fuera de lugar. Excluído. Apartado. Calladito. Claro, se me olvidaba que solamente dispongo de una oportunidad de participar como ciudadano y me toca una vez cada cuatro años! Que despiste. Salvando esta anomalía o déficit democrático que a muchos les conviene mantener, ¿que ocurre con el resto de agentes sociales que tienen que decir algo al respecto? ¿Se les ha dado cabida a través de alguna consulta o mesa de diálogo?

Han sido dos medios de comunicación, Digital Melilla y el Diario Melilla Hoy, a los que se les ha ocurrido la idea (la necesaria idea) de hacer una encuesta para conocer la opinión de los melillenses. El resultado en el Melilla Hoy habla por sí solo: el 83% de los melillenses opta de forma mayoritaria por viajar de noche en el barco.

A esta forma de hacer las cosas yo las denomino paternalista. ¿Y por qué lo denomino así? Vamos a ver:

Paternalismo puede ser definido como la sustitución sistemática de decisiones de personas adultas por parte de otros adultos. Uno o más adultos consideran que otro u otros adultos no tienen capacidad para saber lo que les es más conveniente y, por esa causa, actúan en su lugar.

Para el Derecho constitucional, el Estado paternalista es aquel que limita la libertad individual de sus ciudadanos con base en ciertos valores que fundamentan la imposición estatal pudiéndose basar para ello en la incapacidad o ineptitud de los ciudadanos para tomar determinadas decisiones que el Estado considera correctas.

Por lo tanto, la justificación de este paternalismo es la lógica: presupone que el adulto que ordena sabe más que el otro sobre lo que conviene a éste y puede forzarlo a actuar así. Y ya que el gobierno es la institución que tiene poder sobre los demás, el paternalismo en toda su extensión sólo puede ser implantado por los gobiernos.

Entre tanto, y por lo que todos los indicios nos indican, es que muchos políticos melillenses (malos políticos) piensan que en el fondo la gente no tiene interés por la cosa pública. “Para eso están los políticos que han sido elegidos democráticamente, no hace falta compartir el poder con nadie. Si alguien quiere participar que se presente a las elecciones”.
Desde esta perspectiva no se buscan medios para incorporar ideas, iniciativas o propuestas ciudadanas.

A los que nos gobiernan, habrá que recordarles una vez más que una Administración abierta a la participación de los interesados, que sea capaz de tener en cuenta sus opiniones antes de decidir es, sin duda, una Administración más democrática y normalmente más eficaz (artículo 103, CE'78), si por eficacia se entiende la adecuación de la acción administrativa a las demandas sociales y no sólo a la agilidad o rapidez de tramitación de los procedimientos.

Para que este derecho, como cualquier otro derecho, sea eficaz, requiere de voluntad política, de espacios y recursos para garantizar su existencia.

Los gobiernos son fuente clásica de acciones paternalistas cuando aplican medidas que son justificadas por el bienestar de la población —pero que en realidad sustituyen las decisiones de esos mismos ciudadanos con un efecto colateral muy indeseable, el hacerlos dependientes del gobierno.

El ciudadano termina creyendo que efectivamente el gobierno sabe mejor que él lo que a él le conviene.

Un gobierno que toma decisiones que sustituyen a las de las personas es, por esa causa, un gobierno que excede los límites naturales que surgen de la capacidad de las personas.

Los Ayuntamientos españoles llevan años promoviendo e innovando convencidos de que la buena acción de gobierno pasa por la implicación ciudadana en los proyectos que afectan a su presente y a su futuro. Esa es su constatación. ¿Qué ha pasado en Melilla? ¿Por qué no se ha promovido la participación ciudadana? ¿Qué piensan nuestros políticos de ese derecho desatendido?


La Administración Local como administración más próxima a la ciudadanía y cauce primario de la participación, tiene el deber de facilitar esos espacios de participación y dar respuesta a las demandas de una ciudadanía cada vez más exigente y consciente de sus derechos

El paternalismo debería estar de sobra.

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