Participación Ciudadana

domingo, 30 de octubre de 2011

ESPACIO PÚBLICO Y MODELO DE CONVIVENCIA PARA MELILLA


Mirarse al espejo de vez en cuando, observando con ojos escrutadores y analíticos la imagen que te llega de vuelta, siempre es un ejercicio necesario, mucho más cuando pasa el tiempo y no hay forma de reconocer qué aspecto puedes tener.

Pero no sólo es importante reconocerse en la imagen reflejada. A veces no basta enfrentarse con la imagen de sí mismo. Seguramente hay que preguntarse también, qué hay detrás del espejo, qué oculta la propia imagen, cuál es la verdad de lo reflejado.

Creo que hay que felicitar al Instituto de las Culturas por haber ofrecido el medio (el espejo) por el que la ciudad ha podido mirar a una parte esencial de todo su contexto.  La I Jornada Religión, Ciudadanía y Espacio Público ha sido un éxito, tanto por la calidad de los conferenciantes, como por la implicación y participación del público que las ha seguido durante tres días. Ojalá sigan por ese camino.


Uno de los elementos que yo destacaría, además del elevado nivel de los ponentes y de los contenidos expuestos, ha sido el  ver  a tanta gente con esas ganas  de expresarse y, sobre todo, con la necesidad de compartir opinión y poner de relieve los problemas que reconocemos en esta ciudad relacionados con la convivencia, el desconocimiento de las culturas que conviven con nosotros y la falta de espacios donde compartir ideas e intercambiar opiniones. Estas realidades ya son para tomar nota.

Uno de los ponentes resaltó la idea sobre lo dañina que puede llegar a ser la ignorancia o la falta de formación y lo importante del conocimiento del otro. El conocimiento del otro siempre requiere de apertura y acercamiento. Un acercamiento natural, por el camino de la convivencia que ayude a limar las diferencias, ahondando más en todas aquellas cosas que nos unen y dejando a un lado aquellas que no ayudan a encontrarnos.

La creación del Instituto de las Culturas, que quiere favorecer la participación ciudadana para pasar de una coexistencia a una auténtica convivencia entre las distintas religiones y comunidades que residen en Melilla, es una decisión honorable y comprometida con la ciudad pero para conseguir estos objetivos no basta únicamente con llevar acciones, tan necesarias, como esta jornada.

Hay que dotar a la ciudadanía melillense de herramientas y espacios para que participe y tome el espacio público como propio y ponga en valor al ciudadano y su palabra empezando por la juventud. Hoy por hoy no contamos ni con los espacios ni con los recursos para ello.

Melilla tiene hoy día ante sí un reto muy importante. Hablamos de un reto de futuro y de consolidación de una sociedad que está fragmentada. Los que no somos musulmanes, vemos por ejemplo, que esta comunidad tiene sus propios antagonistas. Como siempre, la lucha de poder está presente. La cohabitación es excelente, pero no así la convivencia.

Desde pequeños asimilamos la cultura básica de la sociedad en la que vivimos. En base a ella, se van creando las actitudes, positivas o negativas, con las que cada persona se enfrentará al mundo que le rodea. Pero, ¿de qué cultura estamos hablando? ¿Qué papel juega la religión y la cultura a la hora de establecer criterios con respecto a la convivencia con tu semejante? ¿Tiene Melilla configurada su modelo de sociedad? ¿Es Melilla una ciudad donde se eduque para la convivencia?

Hasta hace poco, hablar de educación era sinónimo de escuela, no se concebía nada referente a educación si no se daba dentro del contexto de la escuela.  Pero hoy es distinto. Me gustaría que mi ciudad se convirtiera en un espacio educativo de referencia. El tiempo libre, por ejemplo, es un espacio privilegiado para poder desarrollar acciones educativas y la Ciudad Autónoma no propicia en la infancia y la juventud el aprovechamiento de ese tiempo libre a través de oferta educativa, dándose la paradoja que, en proporción,  el índice de monitores de tiempo libre formados es más alto que el de cualquier comunidad española.

Y hablando de educación, muchos colegios de infantil y primaria ya han hecho avances significativos en este sentido. El personal docente de nuestra ciudad está a la vanguardia de acciones y experiencias de educación intercultural, pero creo que no hay una continuidad más allá y el proceso educativo del niño/a se va atenuando conforme avanza en edad. Y ello va acompañado, a su vez, de una ausencia total de espacios y acciones en nuestra ciudad que avancen hacia esa dirección, hacia la educación en valores. Hacia los valores que queremos asumir como ciudad multicultural. Toda persona, grupo o sociedad se ha planteado, de una forma u otra, qué quiere ser, a dónde quiere llegar, cómo lograrlo y cómo transmitirlo a los demás. Vivir es elegir, es optar por unos valores u otros.

Pero no habrá valores reconocidos si no los elegimos, los proclamamos y los hacemos nuestros de una manera clara y palpable y eso sólo lo podremos hacer si nos ponemos a trabajar en el Modelo de Convivencia que queremos para Melilla. No el modelo que proponga la Institución sino el modelo que salga de un gran diálogo social. ¿No es un gran reto? Difícil, pero no imposible. Vamos con retraso.

Hay conocimiento y capacidad para ello. Pongámosle voluntad para diseñar un Proyecto Educativo para nuestra ciudad que abarque desde las edades más tempranas hasta la edad adulta y la educación permanente. Un proyecto integrador en el que situemos en primer orden a la persona y a aquellos valores que queremos para el hoy y para el mañana de nuestra ciudad.

Cohabitar puede ser fácil. Convivir es el reto.

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