Participación Ciudadana

sábado, 4 de septiembre de 2010

MELILLA. ¿MODELO DE "CIUDAD ABDÍCRATA"?


Podemos definir el término “abdícrata” como aquella persona que practica la “abdicracia”. Y una persona que practica la “abdicracia” es aquel o aquella que abdica o hace dejadez de sus responsabilidades esperando que otros se lo resuelvan todo. Esto de “pasar de todo”; eso de “que lo arregle su prima” o aquello de “que lo hagan los políticos” no es algo original de esta tierra. Es una lamentable actitud ya muy extendida que, en casi todos los campos de la vida, practicamos de forma habitual los seres humanos y en Melilla la practicamos con bastante asiduidad y dedicación.




Si no, que se lo pregunten a aquellos/as que en el trabajo no hacen más que lo que le mandan sin tomar iniciativas ni asumir obligaciones; o quienes dejan en manos de otros “la compleja manía de pensar” y esperar que la solución de sus interrogantes la encuentren otros…



Nos convertimos en abdícratas en el momento que dejamos en manos de otros nuestra capacidad de analizar y criticar por comodidad, desidia o desinterés.


Cuando permitimos a otros que nos manipulen y que nos programen con sus “verdades”; cuando aceptamos sin más, sin filtros, los mensajes e ideologías de los demás; cuando esperamos que sean otros los que encuentren las soluciones a los problemas de nuestra ciudad, que sean otros quienes las lleven a la práctica y otros quienes acepten la carga de decidir…


Abdícrata es quien hace dejación de su libertad y la pone en manos de otros para que le guíen, le orienten y le digan en qué o quién tiene que creer y lo que tiene que hacer y/o decir.


Abdícrata es quien, en lugar de molestarse en indagar por sí mismo, acepta como buenas esta o aquella noticia o mensaje, quien no se pregunta qué hay detrás de cada una de esos mensajes, de esas “verdades” y si hay otros respuestas alternativas a sus preguntas.


Los melillenses nos llevamos la medalla de oro en despotricar de todos los males que nos aquejan sin hacer poco menos que nada.


Me da la triste sensación que los melillenses no queremos afrontar el futuro de nuestra ciudad y no la “sentimos” con plena libertad y conciencia ciudadana. ¿Por qué?


También cabría preguntarse cuáles son los espacios de participación social y cuales son las herramientas que facilita la administración local para que los melillenses ejerzan su derecho a tomar parte en el progreso de Melilla.


Si las respuestas son negativas, quizá sea el momento de pararse, ejercitar el sentido crítico y analizar qué nos está pasando o qué es lo que nos ha pasado para que la llamada sociedad civil melillense esté tan desconectada del compromiso y la participación.


Mientras sigamos ejerciendo como ciudadanos melillenses abdícratas, no avanzaremos en el camino de la evolución y seguiremos ejerciendo el derecho a voto cada cuatro años y "que salga el sol por Antequera".

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